Nos pasó el día por encima
como una estampida de toros salvajes
como una mañana debajo de las cobijas
nos pasó el día por encima.
El despertador sonó temprano,
pero el frío que hacía afuera de la cama
nos obligó a quedarnos entre las sábanas
pese al ti ti ri tí del tempranero reloj.
Sin darnos cuenta la mañana se hizo mediodía,
y el mediodía se hizo tarde y el tiempo del día
ya no alcanzaba para hacer nada más de nada
si no simplemente quedarnos metidos bajo las sábanas.
Es que hacía frío, un frío de película, y debajo las cobijas
estabas vos toda ronroneante y delicada, cálida y hermosa,
con los olores más suaves de la vida, y afuera el despertador sonaba,
pero debajo de las sábanas nada importaba, y afuera hacia un frío que rajaba.
Se hizo tarde, es cierto, las estrellas cubren el firmamento
y todavía ese frío sigue firme fuera de la cama,
no nos movimos en todo el día de este calor tan rico,
de este paraíso hecho por vos y por mí, debajo de las sábanas.