Mira sus manos mojadas por la lluvia que cae
se siente desarmado, vacío y sin esperanzas,
el horizonte está bloqueado por los nubarrones
que auguran con truenos su oscuro destino.
No es de los que menguan, pero siente blanda el alma
en esta tarde negra donde nada pasa,
mira el espacio entre sus dedos abiertos
y llega a creer que por allí se le fue el tiempo.
Que gota a gota silente se le escapó la vida,
sintiéndose el responsable del devenir del sino,
con sus cosas y cisas, dimes y diretes,
sus causas consecuencias, sus ajustadas y apretes.
Ya no quiere, ya no puede, no siente el espíritu fuerte,
lo siente leso, débil y aburrido, carente de sentido,
al igual que su piel agrietada de tanto maltrarto
seca por penas, llantos y amores que mueren.
No quiere nada, ni el agua lo lava, se deja caer de rodillas
sin fuerza en las piernas con la esperanza marchita
siente en su pecho un frío de muerte, el corazón se detiene.
Ya está, se ha echado su suerte, boca abajo tirado en el medio del campo
ni Dios ni el Diablo se disputan su alma, sobre sus restos bailarán mil gusanos,
no habrá un adiós, ni baño de lágrimas, para aquel que luchó
peleando solo y en vano, sin el descanso que da haber ganado algo.