En el cuenco ha juntado
tripa, sangre y corazón. Una foto,
del amante no amado,
que invisible e ignoto,
entregado, le era fiel y muy devoto.
Le ató con un hechizo
que su abuela en la memoria dejó.
Quiso, pudo y rehízo
y así al fin consiguió
siendo que era imposible igual logró.
¡Albricias y centellas,
que se pueble de flores la pradera
y el azul cielo de estrellas!
Que hoy es lo que no era,
ayer crudo el invierno y hoy... primavera.
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