Estuve a punto de decirle a él lo que ella no te quería decir a tí. Tú sabes lo sensible que eres, sobre todo cuando ella dice esas cosas que a tí te cuesta escuchar. Él me había dicho también que a veces hablar contigo no es nada fácil, menos cuando se trata de ella. Yo hubiese preferido no ser quién, pero a veces la vida se pone complicada y aquello que no queremos hacer se transforma en eso en lo que nos vemos envueltos, y de pronto, sin comerla ni beberla, aquí me ves metido hasta el cuello en todo esto, entre ella y tú, entre él y yo.
Tú dirás que eres fuerte, y yo te creo, aunque ella es tu debilidad, sé que lo sabes (y que lo entiendes) e igualmente te porfias a negar en todo momento, que lo que ella y él decían de tí, es tan cierto como que yo estoy aquí, intentando decirte aquello que nadie se atreve, deseando que puedas aceptar tales dichos, sin romperte, ni violentarte por estos.
Ahora, seguramente, tú te preguntarás por qué no le dije a él lo que ella no quiso decirte a tí, sin embargo, lo que yo me pregunto ¿por qué coño me lo dijo a mí, y no a tí o a él que también está al tanto de todo y sabe de esto más que yo?... A veces me pregunto ¿qué tenía yo que hacer en esa esquina en donde nada parece pasar? Pero la cosa es así y no de otra manera, por lo que a pesar de eso, esto.
Verás, es para mí muy complicado tratar de explicarte todo, aún más cuando se trata sobre esto y sobre tí, que tiene que ver con ella, pero que es de él y en lo que yo me veo involucrado.
¿Puedes tomar asiento? ¿Quieres tomar un whisky? Me imagino como debes estar tú con esta situación, debes tener la mente llena de cuestiones corriendo en círculo pensando en tí, en ella, en él y en mí... Yo tendría cerrado el gaznate si estuviera en tu lugar... tanta incertidumbre, tanto silencio... Ni ella ni él se atrevieron como yo a sentarse frente a tí, mirarte a los ojos, invitarte un whisky y decirte lo que pensaban, lo que querían, lo que creían, lo que hacían a tus espaldas pero frente a tus ojos. Creo que eso te debe hacer sentir doblemente imbécil, ella y él eran como tú, un poco como yo. Sin embargo en estos momentos es cuando nos damos cuenta de quién es quién. Recuerdo cuando Al decía que uno es lo que hace y no lo que dice, tal vez por eso tanto a ella como a él no les gusta tanto hablar, sin embargo ellos tampoco hacen nada, tú tampoco ya, antes sí hacías y eras más respetado y temido. Ahora mírate, casi siento pena por tí. Lo que ella y él hicieron será castigado, yo derramaré tu sangre, sin miedo, tristeza ni cuidado. ¿Sabés qué? cada vez que tengo que hacer este tipo de trabajos pienso siempre en Pollock, el artista plástico. Estuve en una galería donde exponían su obra el año pasado, en un museo de mediana importancia cerca de Justin... ¿Tú naciste en Justin verdad? Las obras de Pollock me hacen pensar en los sesos desparramados en la pared. ¿A tí no? Me sorprende que no, aunque tal vez tu no estés tan enfermo como yo, en cierta forma estos años bajo tus órdenes, de generar y ocultar cadáveres o de dejarlos visibles con tal de mandar un mensaje, terminaron torciendo un poco mi forma de intepretar el mundo...
En fin, ella dice que eres débil, que él no tiene la sangre para ocupar tu puesto y que tu te has ablandado. Tal vez sea cierto, no deberías usar calcetines rotos, ahora cuando te mate y venga la poli y te vea los dedos de los pies asomados pensarán que eras un hombre desprolijo y que no le importabas a nadie, que nadie se ocupaba de tí y eso hablará mal de ella, mal de él y mal de mí también. Es ingrato de tu parte; eso no se hace, Jack, no es justo para los que estuvimos contigo desde el principio. Ella dijo que saludes al demonio. Por mi parte, envía mis respetos a Al, él sí fue digno de un Pollock.
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