miércoles, abril 04, 2007

Caos Organizado -- Novela -- 22da entrega -- viene del 14/03/07

A partir del 14/03/07 y por sesentaidós capítulos, todos los días voy a estar subiendo de a dos capítulos, esta apasionante novela, madre nominal de este blog. La misma lleva por título, Caos Organizado, podrán encontrar aquí muchas cosas que nos hacen y deshacen como seres, personas y sociedad. Tal vez alguno pueda sentirse reflejado en ella, o encontrar la sin razón del porque y las razones de sobra que tiene cada por qué. La dejo en vuestros ojos y en vuestras manos con la esperanza que disfruten al leerla, tanto como yo al escribirla.-

Caos Organizado -- Novela


XLI
-Les advertí que realmente eran buenos... lo de Lucero no me sorprende tanto ya que está con Anselmo... lo que en sí me sorprende es que ustedes sean tan idiotas.
-Señor lo último que supimos de ellos, fue que estaban completamente dormidos.
-Entonces hicieron demasiado ruido al entrar...
-Fue tan sólo un error...- Gustavo agarró al hombre del cuello lo empezó a llevar contra una pared haciendo leve presión. El hombre comenzaba a ahogarse.
-Un error cometido por ustedes debido a su negligencia y necedad, yo les advertí que son buenos... hace un poco más de cuatro meses que esta historia sigue tan sólo por sus estupideces, y con lo que a mi respecta, ésto ya es personal...- le dijo respirándole en la cara, el hombre empezaba a toser despacio. Dos golpes a la puerta finalizaron la presión y el hombre cayó al piso tratando de recobrar el sentido. La puerta se entreabrió apenas.
-Señor, el comandante en jefe de las fuerzas armadas ya está aquí.
-Hágalo pasar.- pateó dos veces al hombre que recuperaba el aliento en el suelo, lo tomó por la nuca del saco que llevaba puesto y lo obligó a ponerse de pie.- Si tengo que salir yo a hacer el trabajo, la vas a pasar muy, pero muy mal.- lo acercó hasta la puerta llevándolo con tan solo una mano, con la otra la abrió y lo echó afuera como si fuera una bolsa de basura.
-Disciplina, siempre hace falta disciplina- dijo el comandante en jefe que llegaba caminando hasta la oficina con paso marcial.
-Ojalá fuera disciplina, lo que les falta es talento.
-El arte- dijo el comandante pasando su mano izquierda frente a su nariz frunciendo como si estuviera catando un vino. Gustavo y comandante se abrazaron comercialmente y se palmearon un par de veces. Gustavo lo invitó a pasar y el comandante accedió metiendo su gorra debajo del brazo. Llegó a una silla y se sentó.
-Cómo está yendo todo?
-Bastante difícil, mis hombres están inquietos ya sabés.
-Familias?
-Claro que sí... mientras ellos tienen un buen pasar adentro de los cuarteles sus familiares, afuera, la pasan bastante mal... por suerte el entrenamiento y todas esas ideas sobre la soberanía y bla, bla, bla, los hace no rebelarse y seguir subordinados, pero igual no sé cuánto tiempo se los pueda contener.
-Pero viste que bien hablan en el mundo sobre los militares de la República?
-Sí, y los hombres están orgullosos, pero a mí todo este caos me está poniendo nervioso, está todo demasiado dividido y cada vez hay más heridos, tendríamos que hacer algo para distraer a mis hombres aunque sea un rato más.
-Sí, lo estuve pensando... seriamente, muy seriamente y ya no me está causando tanta gracia- el comandante en jefe lo miró serio.
-Cómo es eso que tanta gracia...?- Gustavo se recostó sobre el respaldo de la silla.
-Gracia, gracia... es una forma de decir nada más, a lo que me refiero es que ya no está siendo tan redituable...
-A qué te referís con eso?
-Se está perdiendo mucha gente, demasiada, la opinión de la prensa mundial y sus críticas están destrozando el negocio, todas las compañías que de mí dependen están perdiendo apoyo y además el hecho que la República se hunda sería perder otro punto de ganancia y si se pierde la ganancia no es bueno para el negocio.
-Hablando de eso...
-Sí, quieren ir a buscarlo o prefieren que se los acerquemos...
-Mientras menos se nos vea por las calles mejor.
-Seguís siendo un zorro.
-Y con los años se me asentan las mañas.
-Va a entrar por la frontera, todo el cargamento lo vamos a dejar en uno de los silos de unos campos de viñedos que son de la familia.
-Está bien... a partir de ahí nosotros nos encargamos del traslado de las armas. Sobre el armamento pesado?
-Ahora sería contraproducente hacer algún movimiento, tenemos periodistas infiltrados en todos lados y si por una de esas putas casualidades llegan a averiguar todo ésto caemos de una forma que dios nos libre.
-O qué mandinga nos atrape...- rió un poco al decirlo.
-Por decirlo de alguna manera- asintió con una sonrisa- igualmente, tomé el recaudo antes de que todo este caos crezca. En los puntos que están marcados con azul en este mapa- dijo mientras sacaba un papel prolijamente doblado de un cajón del escritorio y se lo acercaba al comandante que lo tomaba, lo desplegaba y lo miraba atentamente.- hay un par de flotillas aéreas, aviones de combate y helicópteros de transporte y batalla, todos de última generación, con la mejor tecnología. Los que están con rojo son tanques, todo de primerísima calidad.
-Cómo lograste meterlos...?
-Es una larga historia y no tenemos tiempo para este tipo de cuentos.
-Como sea, eso no me importa.
-Por eso me gusta trabajar con vos, hacés pocas preguntas....
-Sí y además traigo soluciones...
-A qué problemas?
-Estuve pensando seriamente en nuestra imagen en el exterior, la prensa por ahora nos es favorable porque no nos metimos, pero sería bueno si hacemos que el mundo entero se saque el sombrero cuando nos vea, y esta solución que tengo, haría que todos mis hombres queden más tranquilos.- Gustavo posó sus índices sobre sus labios. Escuchaba.
-Seguí.
-Estaba pensando en que si abrimos nuestras puertas para los enfermos, las bajas serían menos, juntaríamos más soldados y el ejército de la República entonces sería la estrella del show...- Gustavo se puso de pie en un salto.
-Sublime! Mi querido estratega, su estratagema es sublime. Háganlo nomás, tenés mi apoyo cien por cien.
-Además estuve pensando en otras cosas sobre agrandar nuestro territorio, el poder que tenemos en armas es bastante alto...
-Más adelante. Acordáte que mi padre logró el poder de a poco, todo tiende a expanderse hasta desaparecer, no hay que dejarse cegar por el poder, los mejores estrategas fallaron por apresurarse. Hay que ir despacio- el comandante resopló fastidioso pero sabía que Gustavo tenía razón y los libros de historia confirmaban su hipótesis.
-Perdón... qué son estos cuatro puntos amarillos?
-Norte, este, oeste y sur... cuatro puntos estratégicos, bajo tierra armas químicas, cabezas nucleares, artillería pesada, un montón de mierda.
-Los satélites lo captan?
-Sí- seco como lengua de reptil, se puso de pie y ayudó a levantarse al coronel invitándolo a irse.- Espero que esté contento.
-No podía esperar menos de vos Gustavo.
-Claro que no... claro que no.- el comandante se retiró pensativo con el mapa guardado en su bolsillo y la mirada seria. Tomó su comunicador y desde allí se comunicó con la base, dio la orden que los cuarteles de toda la República abriesen sus puertas al pueblo de la República. La orden fue acatada al pie de la letra.

XLII

-Lo vieron a Fernando?
-Dijo que fue para allá- contestó el otro sin señalar hacia ningún lugar.
-En la sillita?
-Ahá.
-Lo podrían ir a buscar?
-No, estamos cargando la combi con comida, andá vos.
-Está muy lejos, no tengo ganas- el otro levantó la vista y sonrió.
-Estás de suerte, ahí viene.
-Fernando!- Fernando lo miró pensando en otra cosa y siguió de largo. Pareció no escucharlo.- Fernando!- insistió. Fernando se dio media vuelta justo antes de entrar a su tienda.
-Volvió el grupo de reconocimiento...
-Y... alguna noticia?
-Gustavo no aparece, pero tu corazonada sobre revisar los campos de tu familia, no fue mala idea...
-Qué encontraron?
-Tendrías que verlo por vos mismo.
-Dónde lo encontraron?
-Cuarenta kilómetros yendo hacia el sur.
-Camino a la capital...
-Sí- Fernando se rascó la cabeza, pensativo.- Vale la pena?
-Yo creo que sí.
-Cómo para qué vale la pena?
-Como para levantar campamento e ir para allá.
-Todos?
-Qué te dice un silo en un lugar donde hay viñedos?
-Que el que lo construyó no tiene idea de lo que es un silo o que los viñedos ya no reditúan tanto como los granos.
-Y entonces por qué ese silo está custodiado como si fuera un campo de concentración?
-Hay forma de acortar camino?
-Bajando por la montaña y después hacampotraviesa...
-A qué?
-A campotraviesa...- explicando- en todas las películas lo dicen...
-Sí, claro... está bien. Que empiecen a levantar campamento ya nos vamos. Cuándo llegaríamos?
-Haciendo el camino corto y descansando lo justo, un par de días... tal vez pasado mañana a la tarde o pasado pasado a la madrugada.
-Estoy realmente sorprendido de lo mal que hablás... hacampotraviesa, pasado pasado, sos una máquina de repetir brutalidades.- el hombre se sonrojó- dale pajarito volá y avisale al resto que salimos, nos va a hacer bien un poco de ejercicio. Si llegás a ver a Pinto o al Palomo mandámelos.
-A cualquiera de los dos?
-A cualquiera de los dos.- el hombre fue avisando uno por uno a todos los hombres que en total eran cincuenta o algo así. Fernando entró en su tienda. Elbéstides lloraba con las dos hojas de papel entre sus manos- Y a vos huevón, qué te pasa?
-Tu hermana es una mujer hermosa.- Fernando recordó la carta, se acercó a Elbéstides y éste extendiendo el brazo se la alcanzó. Fernando la tomó con sus dos manos y poniéndola frente a sus ojos la comenzó a leer, sin darse cuenta se encontró sentado leyendo y lagrimeando de alegría y melancolía, dos cosas que muy pocas veces se mezclan pero cuando lo hacen es la miscelánea más hermosa. Plegó la carta siguiendo los dobleces premarcados.
-Pero la puta, cómo la quiero a esta mujer.
-Saber que ella existe, me dan ganas de seguir adelante. Yo soy un imbécil- dijo de repente y sin sentido.
-Por qué te diste cuenta?- Elbéstides lo miró con cara de pocos amigos.
-Gustavo nunca me cayó bien y no podía explicar por qué...
-Instinto.
-Llamalo cómo quieras, me creaba mala espina- Pinto entró en la carpa. Elbéstides gruñó silenciosamente.
-Me buscabas?
-Cambio de planes... dónde está el Palomo?
-Cargando la camioneta.
-Bien, se van a quedar acá un par de días más; después van a salir y nos vamos a reunir en la carretera a treinta y nueve kilómetros de acá yendo hacia el sur, hacia la capital, en caso que nosotros no estemos, esperan hasta el amanecer, si no llegamos se van al refugio en la Ciudad Capital- el Palomo lo miró secamente debatiendo contra la protesta.-Qué?
-Nada sólo pensaba por qué un cambio tan abrupto en los planes?
-Estrategia, nada más...
-Nos vamos a poder comunicar entre nosotros?
-No, nos vamos a asegurar de que ustedes no tengan ningún medio de comunicación hasta que nos encontremos y si alguno de ustedes se llega a comunicar con alguien, nos vamos a encargar de que el que se haya comunicado pueda tan solo hablar con Dios.- dijo sonriendo, Pinto tragó saliva.
-Sí señor!- dijo Pinto, se dio media vuelta y fue a dar la noticia al Palomo y al grupo que los acompañaría.
-Me cría mala espina... por qué el cambio de planes?
-El grupo de reconocimiento encontró algo que puede llegar a ser útil.
-Gustavo?
-No, me aseguraron que a Gustavo no... pero que valía la pena ir todos.
-Por?
-Un silo en un viñedo custodiado fuertemente...
-Caramba, tal vez sí sea importante.
-Lo bueno es que además me va a dar tiempo para pensar en algo, tal vez pueda fijarme como solucionar este embrollo.
-Qué hacemos con esta tienda la desarmamos?
-No, que les quede al grupo del Palomo.
-Y con Pinto?
-Hay algo raro en él, en eso tenés razón... por eso creo que lo mejor es tenerlo cerca.
-Y si es enemigo?
-Lo único que me enseñó mi mamá es que a los enemigos hay que tenerlos más cerca que a los amigos.
-Tu mamá estaba loca...
-Como si yo eso no lo supiese, andá a buscar tus cosas y vamos, asegurate que todo quede tan natural como lo encontramos, y que no dejen basura tirada, hay que cuidar el ecosistema.- Elbéstides rió tontamente. Salió de la tienda y todo allí afuera estaba en un completo caos organizado, las tiendas y los hombres iban de acá para allá, recogiendo, guardando, asegurándose que todo esté en orden. Elbéstides se acercó al Palomo.
-Cómo está todo Palomo?
-Por ahora bien... buen tipo este Fernando, no?
-Gran tipo... oíme, hay algo que no huele bien, Pinto te contó ya lo que le dijo Fernando?
-Sí, pero nos parece una locura que nos incomunique.
-Nos?
-Sí, a Pinto y a mí, nos parece una locura.
-Pensá que si los llegan a parar en la ruta y no tiene con que comunicarse con nadie, nada van a sospechar de ustedes. Que anden con armas... en el estado en que está la República hasta es natural.- el Palomo lo pensó un segundo y puso cara de acierto.
-Caramba! así no lo había pensado.- Elbéstides se sonrió a sí mismo sintiéndose más astuto que nunca, tal vez por la buena yunta. Fernando releía la carta que Lucero le había mandado por medio del Palomo y después releía la lonja de papel arrugada escrita por Gésus, no sabía porque leía y releía alternándolas una con otra, había aroma a respuestas encontradas juntando una y otra, pero esta respuesta que buscaba era sutilmente dicha, tal vez la encontraría entre líneas.
-Ya estamos todos listos!- dijo Elbéstides interrumpiendo la hilvanación que silencioso Fernando tejía como una anciana aya.
-Y?
-Que nos vamos...
-Sí, claro... vamos- Fernando se puso de pie pensativo y salió después que Elbéstides. El Palomo, Pinto y otros cuatro se encontraban afuera de la tienda.
-Esta no se la llevan?
-No, quédensela ustedes...
-Disculpe pero...- interrumpió el Palomo- las cartas que me iba a dar?
-Te las doy cuando nos encontremos allá, recuerden, treinta y nueve kilómetros al sur por la carretera, nos esperan allá hasta el amanecer de pasado pasado- miró de reojo al guía sonriendo- si no llegamos vuelan a la capital.
-En caso que no nos veamos, decimos algo allá?!- preguntó Pinto.
-Sí.- dijo Fernando- que te maten por mufa.- Pinto primero quedó tieso como un cristal de roca, después sonrió como todo un idiota.
-Bien...- levantó el tono de voz Fernando- El nos guía, yo voy a ir con él adelante, los demás van a ir a cinco metros de distancia uno de otro formando un diamante, quiero que todos tengan los radios encendidos en la misma frecuencia, va a ser un camino largo pero tal vez sea el camino a la victoria, así que, si lo hacemos bien, podemos llegar a ganar mucho más de lo que jamás soñaron. Elbéstides vení conmigo, vamos.- Todos empezaron a caminar así como Fernando había dicho, Elbéstides le echó a Pinto una última mirada y éste lo saludó con la mano sonriendo falsamente. Fernando los miró y dejó que el grupo se adelante, se le acercó entonces a Pinto que miraba la bestial espalda de Elbéstides que se iba cargando todas las tiendas y demás cosas sobre sus hombros. La bestia ni siquiera transpiraba, Pinto volvió a tragar saliva como lo hacía siempre.
-Te pone nervioso, no?- le preguntó Fernando palmeándole el hombro.
-Realmente sí, me mira muy mal, parece que no confiara en mí...
-A mí casi me mata una vez, es muy peligroso cuando se enoja y es algo difícil ganar su respeto y amistad, pero en sí, es muy fiel cuando se encariña con uno... no te preocupes Pinto, yo me encargo de hablar con él, mientras cuidate que sos de fundamental importancia para lo que vamos a hacer. Una vez que nos encontremos allá donde quedamos, te voy a dar el lugar exacto donde está Gésus para que le lleves un paquete especial. Es lo que vamos a ir a buscar ahora.
-Cómo??- se sorprendió Pinto- Gésus no está con todo el resto en el lugar secreto?
-Estás loco! si Gustavo se entera del lugar secreto se los carga a todos y a Gésus se lo come crudo, y si se lo come a Gésus se acaba todo el destino que nos puede llegar a quedar.- Pinto miró a Fernando y éste le sostuvo la mirada como hacía siempre.- Cuidate, confío en vos!- Fernando le posó la mano en el hombro, sin saber por qué Pinto lo abrazó.- Hagan lo que Pinto.- dijo seriamente- Palomo, vos sos el segundo a cargo por cualquier cosa.- descansen y coman, nos vemos en dos días- Fernando desapareció entre los árboles montaña abajo.
-Es cierto eso que Gésus no está con todos en el lugar secreto?- le preguntó Pinto al Palomo.
-Yo no tengo la más puta, pero no me suena descabellado...
-Cómo que no sabés?!?!?- con falsa camaradería.
-Qué te pensabas, que yo sabía dónde quedaba el lugar, Dios me libre y guarde!, no están locos ni son estúpidos, un tal Colifa me trae las cosas a mí y yo las traigo para acá.
-Cómo? a dónde te las lleva...???
-Al cuartel, yo soy soldado.
-Y nunca les preguntaste nada?
-Sabés el dicho, menos pregunta dios y más perdona...- el Palomo prendió un cigarrillo y se dispuso a apreciar el hermoso atardecer que empezaba a hacerse notar estremeciendo el cielo de púrpuras, rosas y rojos. Pinto quedó en silencio sonriendo satisfecho con ser mano derecha y fundamental.
-Qué bien me siento!- se vanaglorió o vanaglorió, o en vano se creyó glorioso. Sólo a él le importó.