Cansado ya de la homeopatía,
de la anarquía, de la filantropía,
de la melatonía, de la monotonía,
de la licantropía, de la disentería,
me volqué en la filosofía,
en la autarquía, en la marquesina
de la vida cotidiana, en la resina,
la minería, la camaradería.
Encontré entonces la guía,
la porquería, la hernia, la fatiga,
la mayoría, la minoría y la minoridad.
Entendí la mentira sin juzgar a la verdad
y me decía, juraba y repetía que algún día
todo eso cambiaría.
Me alejé de la dulce vida,
de las misas, de las jerarquías,
de las avenidas, de las aspirinas,
y de las malas compañías.
A secas entonces me acerqué a la vida,
a las migas, a las panaderías,
a las aves que anidan.
Sin juzgar aprendí a entender y darme cuenta,
que todo es una misma cosa, y gracias a todo bien o mal,
aquí estamos. La dicha golpeó la puerta,
y al abrirla, sonreí.
de la anarquía, de la filantropía,
de la melatonía, de la monotonía,
de la licantropía, de la disentería,
me volqué en la filosofía,
en la autarquía, en la marquesina
de la vida cotidiana, en la resina,
la minería, la camaradería.
Encontré entonces la guía,
la porquería, la hernia, la fatiga,
la mayoría, la minoría y la minoridad.
Entendí la mentira sin juzgar a la verdad
y me decía, juraba y repetía que algún día
todo eso cambiaría.
Me alejé de la dulce vida,
de las misas, de las jerarquías,
de las avenidas, de las aspirinas,
y de las malas compañías.
A secas entonces me acerqué a la vida,
a las migas, a las panaderías,
a las aves que anidan.
Sin juzgar aprendí a entender y darme cuenta,
que todo es una misma cosa, y gracias a todo bien o mal,
aquí estamos. La dicha golpeó la puerta,
y al abrirla, sonreí.