A partir del 14/03/07 y por sesentaidós capítulos, todos los días voy a estar subiendo de a dos capítulos, esta apasionante novela, madre nominal de este blog. La misma lleva por título, Caos Organizado, podrán encontrar aquí muchas cosas que nos hacen y deshacen como seres, personas y sociedad. Tal vez alguno pueda sentirse reflejado en ella, o encontrar la sin razón del porque y las razones de sobra que tiene cada por qué. La dejo en vuestros ojos y en vuestras manos con la esperanza que disfruten al leerla, tanto como yo al escribirla.-
Caos Organizado -- Novela
XXXV
-Ya te vas?- dijo sorprendida mientras apagaba su cigarro de marihuana en un cenicero que por allí estaba.
-Sí, tengo un par de cosas que hacer... negocios, nada más que negocios.- salió de la casa y volvió tan sólo asomando la mitad de su cuerpo por la puerta.- No salgas hoy, va a haber mucho lío afuera, si podés cerrá todas las puertas y ventanas con seguro, va a haber mucho lío en serio.
-Pensá en lo que te pedí por favor!- gritó ella a la nada que aparecía al él irse. La puerta del ascensor hizo su ruido metálico de ser abierta y luego cerrada, el ascensor paradójicamente descendía y Gustavo ganaba la calle después de atravesar la puerta de entrada. Se subió en un auto donde cuatro hombres esperaban, uno de éstos sacó de su bolsillo una especie de teléfono móvil celular inalámbrico.
-El show empieza en diez minutos, asegúrense que todo esté en orden- dijo Gustavo al aparato, golpeó un par de veces el hombro del hombre que estaba frente a él y detrás del volante, éste inició la marcha silenciosa.
-Ustedes tres se van a poner a vigilar la entrada del edificio. En cuánto tiempo empieza con su acto el grupo piro?
-Ya empezó- dijo uno que miró el reloj.
-Apuren - le ordenó al conductor.- Nosotros, más el grupo que van a relevar los vamos a esperar allí donde quedamos, recuerden: golpes, nada de armas, usen palos, cadenas, lo que encuentren pero recuerden, cualquier cosa que lastime no que mate. El grupo tres ya está en posición?
-Sí.
-Esta es su esquina, bájense!- tres hombres bajaron y otros tres subieron.- Todo en orden?- les preguntó apenas se acomodaron.
-Sí, están en la casa...
-Bien.- el auto dobló en una calleja oscura y se detuvo- nos bajamos acá, cualquier cosa si nos llegamos a separar ya saben dónde nos encontramos, recuerden...
-Nada de muerte sólo lastimar- dijeron tontamente a coro, Gustavo los vio de costado y con desdén, tomó el aparato- Grupo tres en línea.
-Sí- respondió una voz desde el otro lado del aparato, la voz sonaba con estática.
-Esperen la señal.- Todos se miraron entre sí.- No le salgan encima hasta que no le vean el blanco del ojo a alguno, seguramente vengan todos juntos.
-Y si no es así?
-Nos encargamos del primero de ellos que aparezca y después volamos.- Volvieron a intercambiar miradas. Gustavo asintió con la cabeza, todos bajaron al mismo tiempo del auto por las cuatro puertas, Gustavo se pasó al asiento del conductor y se llevó el auto un par de cuadras más allá, le tiró una granada adentro y se fue caminando despacio. El auto voló por los aires en una colosal explosión que después de iluminar todo con rojo fuego, rojo sangre, causó un apagón en la zona.
-Cómo me gusta ser así- dijo refregándose las manos mientras se acercaba a su séquito.
-Noticias?
-Ninguna...- Gustavo prendió un cigarrillo y lo fumaba escondiendo la brasa del mismo tras la palma de su mano, otro lo imitó y Gustavo se lo sacó de la mano brutalmente.
-Estúpido!- le dijo- qué es lo querés? Qué todo se friegue!?
-Señor sólo fumaba.- el hombre cayó tomándose el estómago con sangre que se le teñía del color de la muerte.
-Si alguien más quiere fumar que lo haga, pero por el amor de Dios que no se los pueda ver en la oscuridad.- Unos ruidos de pasos se acercaban a las corridas por el otro lado de la calle.
-Señor- entró un hombre bajito donde todos en silencio esperaban.- el grupo piro fue un éxito pero sólo yo resulté con vida.
-Si... acá también tuvimos una baja- dijo Gustavo pateando apenas al hombre que yacía muerto en el piso.- Te felicito por el trabajo, espero que haya sido limpio...
-Fue tan limpio que todavía están peleando con una banda de revoltosos borrachos que se nos juntaron en medio de todo.
-Señor, crucé un alambre de punta a punta a la altura de los tobillos.
-Me gusta, ésto es lo que me gusta, iniciativa, eso es lo que les falta a la mayoría, sobrevive muchacho y te haré grande y rico, lo merecés!- le palmeó el hombro un par de veces.
-Pasos- dijo otro. Un hombre entraba corriendo calle arriba y tropezaba con el alambre cayendo al piso brutalmente. Gustavo tiró el cigarrillo al suelo y salió hacia el tipo tendido en el suelo con la frente sangrando, los otros reían bobamente mientras Gustavo lo pateaba hasta aburrirse, pudo ver claramente como Gésus se incorporaba y le ponía un cross que lo tumbaba. Uno le pegó un palazo en los riñones y Gésus cayó al piso, un auto dobló en la esquina y de allí un loco se bajó disparando, no quedó nadie en ese callejón a excepción de ese que habían estado golpeando y los otros dos que llegaban en el auto.
-Dónde está el jefe?!
-Ya lo dijo él... nos juntamos en el lugar acordado, separémonos!- al llegar a la esquina cada uno tomó un rumbo distinto. Gustavo corría hacia el bar encabezando la carrera, mientras corría se sacó el tapado y lo tiró dentro de un fuego que atacaba silencioso los últimos segundos de vida útil de un auto volcado. El tapado se prendía fuego poco a poco para pronto desaparecer dejando de él tan sólo un recuerdo ceniciento.
El bar de Colifa ardía en llamas, Elbéstides en la puerta del mismo aún peleaba con un par de personas revoleándolas por el aire como si éstos fueran muñecos de trapo; uno se le subió encima de la espalda a la bestia y con un bate de baseball trataba de ahorcarle.
Gustavo fríamente saltó sobre ese hombre y lo molió a golpes. Elbéstides lo vio por sobre el hombro, con un dejo de asco. Colifa salía del bar con gente en los brazos asfixiada por el humo que había ingerido. Un auto se detuvo bruscamente frente a Elbéstides y Gustavo, Anselmo y Gésus bajaron del mismo al unísono.
-Ey a usted también le dieron chuenga- dijo Gustavo sonriendo, Gésus lo miró secamente y quedó su mirada fría detenida en la de Gustavo que sonriendo lo miraba.
-Qué hacés acá?- preguntó Anselmo a Gustavo.
-Estaba en casa escuché el alboroto y...- hizo una pausa-... desde cuándo tengo yo que andar dándote explicaciones?
-Desde que tenés cosas que explicar.- se dio media vuelta y entró al bar aún en llamas, Colifa desde el piso le gritó que tan sólo quedaba Nosferatu allí adentro, después de hacerlo se desmayó. El calor allí adentro era abrasivo, las llamas se erguían por toda la decoración de madera, pensar que Anselmo le había advertido que hacer el bar de madera era harto riesgoso pero de mejor gusto. La oficina de Colifa aún se encontraba virgen de quemaduras y del fuego abrasivo. Anselmo le abrió la compuerta secreta a Nosferatu y éste sonrió al ver a Anselmo que venía por él. Tomó además el maletín con cocaína que le pertenecía a Colifa, metió a Nosferatu adentro del maletín y salió del bar que se empezaba a desplomar envuelto en llamas, formando así, una gran bola de fuego que sola se extinguiría, ya que los bomberos, estaban trabajando por otros lados.
Salió del bar con la cara, las manos y el traje sucio de negro ceniza, de negro quemado. Victoria lo esperaba silenciosa mientras Elbéstides metía dentro de la parte trasera del auto a Colifa que aún seguía desmayado.
-Dónde están todos?
-Gustavo llevó a los heridos al hospital y Gésus fue a algún canal para ver si desde allí podría exhortar a la gente que ya pare con esto.
-Qué pasó con Gésus que estaba golpeado?- preguntó Elbéstides.
-Desde que salimos de la casa que nos venimos cagando a piñas con Dios y María santísima.- explicó rápido Anselmo.
-No les parece raro que hayan atacado a Gésus, y al bar de Colifa todo casi al mismo tiempo, porque el incendio había parecido casual pero cuando llegamos...- Anselmo prendió un cigarro recostándose sobre el asiento del conductor.
-Mierda- exclamó, arrancó el auto y aceleró hasta llegar a los ciento cincuenta kilómetros por hora en menos de cien metros.
-Qué pasa, qué pasa?- gritaba Victoria enloquecida.
-Lo que dijo él es cierto, Fernando y Lucero estaban solos en casa, cualquier cosa les puede estar pasando.- Elbéstides se puso a gritar desenfrenado millones de indistintas puteadas. Llegaron al pie de la colina, Anselmo miró hacia Elbéstides que miraba preocupado hacia la cima de la misma.
-Sabés manejar armas?
-Me crié en la parte norte de la ciudad.- No hizo falta decir nada más, Anselmo le pasó a Elbéstides una nueve milímetros la cual estaba cargada con todas las balas.
-Espero que seas tan buen tirador como luchador.
-Mis manos hacen milagros.
-Eso espero, tal vez sea lo que necesitamos.- Victoria parecía haber caído en un shock.- Despertalo a Colifa y ay mi dios!- exclamó recordando. Abrió el maletín y Nosferatu salió del mismo tosiendo y con cara rara, al verse en libertad empezó a correr por dentro del auto saltando, chocándose contra los cristales.
-Qué le pasa?
-Creo que le hizo mal el polvillo de su dueño.
-Ya se va a reponer, siempre se pone así cuando toma, por eso toma de vez en cuando.- se escuchó la voz de Colifa que quebrajosa y tenue demostraba que el susodicho volvía en sí. Nosferatu saltó a los brazos de su dueño y éste lo acarició con cariño.
-Ya está, ya pasó, no hay de qué preocuparse, todo va a mejorar vas a ver- le dijo suave y tranquilo.
-Colifa, cuidá de Victoria y de Nosferatu, nosotros vamos arriba y si no volvemos en diez, tomá esta arma y andá a casa y buscalos a Fernando y a Lucero y llevátelos lejos, corren peligro acá, entendiste?
-Si, si... vayan, yo apenas me sienta un poco mejor subo a la colina y me pongo a atropellar con el auto a todos esos hijos de puta que no saben vivir en paz!
-Las emociones para después ahora no tenemos tiempo.- dijo la bestia posando su manaza sobre el hombro de Colifa. Nosferatu apretaba su mandíbula inferior contra la superior como limándose los pocos dientes que le quedaban mientras moqueaba. Abrieron las puertas del auto y salieron del mismo agazapados, subieron por el costado de la acera de a poco y en silencio. Una tensa paz dominaba la colina, era extraño encontrar paz entre tantos disturbios por todos lados. Desde allí se conseguía la vista más hermosa de la Ciudad Capital de la República que ahora se incendiaba en distintos lugares, las llamas parecían adornarla como las luces a un árbol de navidad. Dos autos y una combi esperaban estacionados aparentemente vacíos veinte metros más allá de la casa de Anselmo que coronaba un costado de la cima de la colina. Una explosión de la ostia reventó el silencio de la colina, una explosión allí, abajo en la ciudad, una explosión fuerte con un espectro de más de cien metros de altura, como quien dice... una explosión de la puta madre. Anselmo y Elbéstides giraron sobre sus cinturas aturdidos por el ruido causado por tremenda explosión. Muchos hombres aparecieron de la nada armados con armas automáticas, carabinas, itakas y rifles de alto poder. La luz de la explosión los iluminó. De adentro de la casa de Anselmo, del piso superior, una lluvia de balas cayó ruidosa sobre los hombres que azarosamente caían heridos o se tiraban cubriéndose de la balacera. Anselmo y Elbéstides aún aturdidos vieron a los hombres volver corriendo y parapetarse tras los autos estacionados y desde allí iniciar un tiroteo contra la casa. Anselmo se puso de pie y Elbéstides lo siguió en una corta corrida amenazados por las balas que llovían corriendo en zig zag, llegaron hasta los hombres parapetados y así cómo llegaron, con rápidos movimientos y certera puntería, mataron a sangre caliente a cada uno de los atacantes. Al concluir la masacre Anselmo y Elbéstides tiraron las armas y levantaron los brazos, la puerta de la casa se abrió y de allí adentro Lucero bella y bonita con un rifle en la mano salía corriendo al encuentro de su picho que sonriendo la esperaba. Colifa ya subía en el auto hasta la cima misma de la colina. Un par de disparos se estrellaron contra el parabrisas, trizándolo. El auto se desvió y chocó fuertemente contra un buzón de correo privado.
-Colifa- gritó Anselmo preso en los brazos de su amada mujer.
-Qué?- gritó Colifa bajándose del auto tambaleando.
-Sos eterno hijo de mil putas sidosas!
-Con el debido cariño y el más cálido de los respetos no?
-Por supuesto- sonrió Anselmo abrazándolo con ganas.
-Perdón!- le dijo Fernando que llegaba corriendo con un rifle en la mano.
-No importa yo también hubiese disparado.
-Cómo esta Victoria?
-Sigue en shock pero Nosferatu la está cuidando.
-Traigánlos- Elbéstides fue hasta el auto y los sacó a ambos, a Victoria se la echó sobre el hombro y Nosferatu quedó colgando de uno de los cabellos de dicha mujer, tomó el maletín y se adentró en la casa tras los otros que entraban abrazados dos y consternados el resto.
-Prendé la televisión.
-Linda hora para ver la tele!
-Quiero saber si Gésus llegó bien, hace zapping por todos los canales que sean de esta ciudad, Gésus tiene que estar hablando.
-Dejá acá- la televisión decía.
-... tras el caos sufrido, todo se acalló después de la tremenda explosión que destrozó el banco de la República, pareció haber sido un ataque comando aprovechando las circunstancias que aquejaban a nuestra ciudad capital, estamos al borde de una guerra civil?
-Espero que no, que la gente recapacite antes que sea demasiado tarde, esto así no va a ningún lado y lamentaría creer que la O.M.N. tenía razón con el comunicado que había mandado, allá afuera es la jungla y nosotros somos seres humanos y hace rato ya, que hemos salido de la misma, por favor, no teman ni entren en pánico, piensen bien antes de hacer las cosas y si creen que donde están no es seguro para salir a las calles no lo hagan. Tengo la esperanza que esto se va solucionar rápidamente...
XXXVI
-Esto es inadmisible...- interrumpió Talmarital entrando en el set.
-Ni que lo diga!- exclamó Gésus.
-Cómo puede ser que no quede agua mineral en un estudio tan importante como lo es éste?- el periodista y Gésus lo miraron sorprendidos.- Bueno, sí... lo que está pasando allí afuera es también una locura, cómo se les ocurre?- preguntó Talmarital mirando hacia la cámara con tono de reto paternal- qué se piensan que estamos en una cancha? Si van a seguir así por qué no se matan todos de una vez echándose a una fosa y listo! Talmarital mucho gusto!- el ex-presidente extendió su mano hacia Gésus. Gésus sorprendido le entregó la mano derecha y la apretó con fuerza. Talmarital le sonrió gentil.- Este es un buen hombre, qué quieren de él? Déjenlo vivir en paz, una vez que votan a alguien que los va a dejar hacer lo que quieran lo botan después de esta forma, malagradecidos! sus padres deben de estar revolcándose en la tumba. Los que estén muertos... queda claro eso no? y los que no, deberían morirse de vergüenza! Quién les dio éste tipo de educación, eh? Quién se las dio?- gritaba furioso tomando la lente de la cámara como si ésta fuera la solapa del pueblo.- Qué es esa porquería del movimiento neo nazi, el ku klux klan, los hare krishna y todos esos grupos pasados de moda? Qué es eso de estar negros blancos y amarillos descuartizándose en las calles por estúpidos ideales que nos están llevando a matarnos entre nosotros? Imbéciles!- Talmarital se tomó el brazo derecho y más luego el pecho y de pronto cayó rendido al suelo gimiendo- Pelotudos energúmenos, eso es lo que son!- Gésus le saltó encima y comenzó a masajearle el pecho. El periodista en su silla no se podía mover ya que se había hecho pis encima y aún anonadado no podía reaccionar. Dos médicos con camilla entraron, Gésus se puso de pie.
-Ey dónde va señor presidente?- gritó el periodista cuando vio que Gésus seguía a los médicos y a la camilla.
-El habló por mí, ya ha dicho todo!
-Prefiere a uno antes que a todo el resto!
-Por lo que a mí respecta este hombre ha demostrado esta noche valer más que todo el resto de nuestro pueblo, matándose unos a otros, me da vergüenza ajena el haber nacido en esta República.- El periodista quedó solo frente a las cámaras, silencioso, sin saber qué decir. Los dos médicos subieron la camilla a una ambulancia y mientras uno de ellos se subía en la parte de atrás, uno iba hacia adelante para conducirla. Una vez que la misma se alejó del estudio, Talmarital se sentó en la camilla.
-Cómo lo hice?- el médico le dio el ok con un sólo gesto acompañado de una sonrisa cómplice. Gésus le zarandeó una puteada y se entró a reír como sólo los locos saben hacerlo.
-Explicame por favor...
-A mí no me quedaba otra que volar, pero vos estás en problemas...- le dijo. Gésus miró al médico que allí atrás los acompañaba.- No te preocupes, es mi secretario y el que maneja es uno de mis hombres de confianza, claro que tenía un par más pero los mataron... es difícil tener gente de confianza. Tenés un cigarrillo?
-No- respondió confundido. El secretario sacó uno de su bolsillo se lo encendió y así encendido se lo dio. Talmarital se lo puso en la boca tragó un poco de humo y lo paladeó con harto placer.- No hay nada como un cigarrillo después de morir ante millones de personas!- dijo irónico. Gésus rió simpáticamente.- No entendés nada no? Te voy a contar qué es lo que yo sé, pero antes dónde te dejo?...- la sirena comenzó a sonar, la ambulancia dobló en una esquina y se dirigió hacia el norte de la ciudad. Se detuvo la sirena y la ambulancia en una fábrica o algo así por el estilo, por el costado de la misma un riacho contaminado pasaba. Bajaron todos de la ambulancia y se montaron en un auto oscuro, el conductor de la ambulancia se deshizo de ella dejándola hundirse en el riacho mientras se subía al carro y en la oscuridad todos juntos se perdían.
-Ustedes ya se conocen.- preguntó retóricamente Talmarital a Gésus y al conductor del auto oscuro.
-Mierda me estuviste siguiendo!
-Ahora mientras te llevamos a la casa de tu amigo te voy a contar un cuento.- El auto se dirigió a la colina, a treinta metros de la misma el auto se detuvo, Gésus bajó del auto en una sola pieza.
-Qué vas a hacer ahora?
-Al aeropuerto y a algún país escondido durante un tiempo hasta que la tormenta pase.
-Gracias!
-Tu idea es buena si la podés terminar mejor para todos...- hizo una seña con la mano mientras el cristal que estaba de su lado se subía a tempo el auto se iba para no volver. Gésus metió las manos en los bolsillos y pateó un par de piedras caminando silencioso hacia la casa de Anselmo, antes de llegar se detuvo un segundo y se sorprendió al ver que no había caído en cuenta, cuando llegaba, en la cantidad de hombres que por balazos se desangraban allí a unos veinte metros de la casa de su amigo. Llegó hasta la puerta misma y escuchó que nada fuera de lo común pasaba allí adentro. Con dos golpes dio a saber que alguien allí afuera esperaba por entrar. Elbéstides abrió la puerta con cara de Elbéstides y vieran que lindo que sonrió al darse cuenta que el que golpeaba no era otro que Gésus Acrata Kalón.
Caos Organizado -- Novela
XXXV
-Ya te vas?- dijo sorprendida mientras apagaba su cigarro de marihuana en un cenicero que por allí estaba.
-Sí, tengo un par de cosas que hacer... negocios, nada más que negocios.- salió de la casa y volvió tan sólo asomando la mitad de su cuerpo por la puerta.- No salgas hoy, va a haber mucho lío afuera, si podés cerrá todas las puertas y ventanas con seguro, va a haber mucho lío en serio.
-Pensá en lo que te pedí por favor!- gritó ella a la nada que aparecía al él irse. La puerta del ascensor hizo su ruido metálico de ser abierta y luego cerrada, el ascensor paradójicamente descendía y Gustavo ganaba la calle después de atravesar la puerta de entrada. Se subió en un auto donde cuatro hombres esperaban, uno de éstos sacó de su bolsillo una especie de teléfono móvil celular inalámbrico.
-El show empieza en diez minutos, asegúrense que todo esté en orden- dijo Gustavo al aparato, golpeó un par de veces el hombro del hombre que estaba frente a él y detrás del volante, éste inició la marcha silenciosa.
-Ustedes tres se van a poner a vigilar la entrada del edificio. En cuánto tiempo empieza con su acto el grupo piro?
-Ya empezó- dijo uno que miró el reloj.
-Apuren - le ordenó al conductor.- Nosotros, más el grupo que van a relevar los vamos a esperar allí donde quedamos, recuerden: golpes, nada de armas, usen palos, cadenas, lo que encuentren pero recuerden, cualquier cosa que lastime no que mate. El grupo tres ya está en posición?
-Sí.
-Esta es su esquina, bájense!- tres hombres bajaron y otros tres subieron.- Todo en orden?- les preguntó apenas se acomodaron.
-Sí, están en la casa...
-Bien.- el auto dobló en una calleja oscura y se detuvo- nos bajamos acá, cualquier cosa si nos llegamos a separar ya saben dónde nos encontramos, recuerden...
-Nada de muerte sólo lastimar- dijeron tontamente a coro, Gustavo los vio de costado y con desdén, tomó el aparato- Grupo tres en línea.
-Sí- respondió una voz desde el otro lado del aparato, la voz sonaba con estática.
-Esperen la señal.- Todos se miraron entre sí.- No le salgan encima hasta que no le vean el blanco del ojo a alguno, seguramente vengan todos juntos.
-Y si no es así?
-Nos encargamos del primero de ellos que aparezca y después volamos.- Volvieron a intercambiar miradas. Gustavo asintió con la cabeza, todos bajaron al mismo tiempo del auto por las cuatro puertas, Gustavo se pasó al asiento del conductor y se llevó el auto un par de cuadras más allá, le tiró una granada adentro y se fue caminando despacio. El auto voló por los aires en una colosal explosión que después de iluminar todo con rojo fuego, rojo sangre, causó un apagón en la zona.
-Cómo me gusta ser así- dijo refregándose las manos mientras se acercaba a su séquito.
-Noticias?
-Ninguna...- Gustavo prendió un cigarrillo y lo fumaba escondiendo la brasa del mismo tras la palma de su mano, otro lo imitó y Gustavo se lo sacó de la mano brutalmente.
-Estúpido!- le dijo- qué es lo querés? Qué todo se friegue!?
-Señor sólo fumaba.- el hombre cayó tomándose el estómago con sangre que se le teñía del color de la muerte.
-Si alguien más quiere fumar que lo haga, pero por el amor de Dios que no se los pueda ver en la oscuridad.- Unos ruidos de pasos se acercaban a las corridas por el otro lado de la calle.
-Señor- entró un hombre bajito donde todos en silencio esperaban.- el grupo piro fue un éxito pero sólo yo resulté con vida.
-Si... acá también tuvimos una baja- dijo Gustavo pateando apenas al hombre que yacía muerto en el piso.- Te felicito por el trabajo, espero que haya sido limpio...
-Fue tan limpio que todavía están peleando con una banda de revoltosos borrachos que se nos juntaron en medio de todo.
-Señor, crucé un alambre de punta a punta a la altura de los tobillos.
-Me gusta, ésto es lo que me gusta, iniciativa, eso es lo que les falta a la mayoría, sobrevive muchacho y te haré grande y rico, lo merecés!- le palmeó el hombro un par de veces.
-Pasos- dijo otro. Un hombre entraba corriendo calle arriba y tropezaba con el alambre cayendo al piso brutalmente. Gustavo tiró el cigarrillo al suelo y salió hacia el tipo tendido en el suelo con la frente sangrando, los otros reían bobamente mientras Gustavo lo pateaba hasta aburrirse, pudo ver claramente como Gésus se incorporaba y le ponía un cross que lo tumbaba. Uno le pegó un palazo en los riñones y Gésus cayó al piso, un auto dobló en la esquina y de allí un loco se bajó disparando, no quedó nadie en ese callejón a excepción de ese que habían estado golpeando y los otros dos que llegaban en el auto.
-Dónde está el jefe?!
-Ya lo dijo él... nos juntamos en el lugar acordado, separémonos!- al llegar a la esquina cada uno tomó un rumbo distinto. Gustavo corría hacia el bar encabezando la carrera, mientras corría se sacó el tapado y lo tiró dentro de un fuego que atacaba silencioso los últimos segundos de vida útil de un auto volcado. El tapado se prendía fuego poco a poco para pronto desaparecer dejando de él tan sólo un recuerdo ceniciento.
El bar de Colifa ardía en llamas, Elbéstides en la puerta del mismo aún peleaba con un par de personas revoleándolas por el aire como si éstos fueran muñecos de trapo; uno se le subió encima de la espalda a la bestia y con un bate de baseball trataba de ahorcarle.
Gustavo fríamente saltó sobre ese hombre y lo molió a golpes. Elbéstides lo vio por sobre el hombro, con un dejo de asco. Colifa salía del bar con gente en los brazos asfixiada por el humo que había ingerido. Un auto se detuvo bruscamente frente a Elbéstides y Gustavo, Anselmo y Gésus bajaron del mismo al unísono.
-Ey a usted también le dieron chuenga- dijo Gustavo sonriendo, Gésus lo miró secamente y quedó su mirada fría detenida en la de Gustavo que sonriendo lo miraba.
-Qué hacés acá?- preguntó Anselmo a Gustavo.
-Estaba en casa escuché el alboroto y...- hizo una pausa-... desde cuándo tengo yo que andar dándote explicaciones?
-Desde que tenés cosas que explicar.- se dio media vuelta y entró al bar aún en llamas, Colifa desde el piso le gritó que tan sólo quedaba Nosferatu allí adentro, después de hacerlo se desmayó. El calor allí adentro era abrasivo, las llamas se erguían por toda la decoración de madera, pensar que Anselmo le había advertido que hacer el bar de madera era harto riesgoso pero de mejor gusto. La oficina de Colifa aún se encontraba virgen de quemaduras y del fuego abrasivo. Anselmo le abrió la compuerta secreta a Nosferatu y éste sonrió al ver a Anselmo que venía por él. Tomó además el maletín con cocaína que le pertenecía a Colifa, metió a Nosferatu adentro del maletín y salió del bar que se empezaba a desplomar envuelto en llamas, formando así, una gran bola de fuego que sola se extinguiría, ya que los bomberos, estaban trabajando por otros lados.
Salió del bar con la cara, las manos y el traje sucio de negro ceniza, de negro quemado. Victoria lo esperaba silenciosa mientras Elbéstides metía dentro de la parte trasera del auto a Colifa que aún seguía desmayado.
-Dónde están todos?
-Gustavo llevó a los heridos al hospital y Gésus fue a algún canal para ver si desde allí podría exhortar a la gente que ya pare con esto.
-Qué pasó con Gésus que estaba golpeado?- preguntó Elbéstides.
-Desde que salimos de la casa que nos venimos cagando a piñas con Dios y María santísima.- explicó rápido Anselmo.
-No les parece raro que hayan atacado a Gésus, y al bar de Colifa todo casi al mismo tiempo, porque el incendio había parecido casual pero cuando llegamos...- Anselmo prendió un cigarro recostándose sobre el asiento del conductor.
-Mierda- exclamó, arrancó el auto y aceleró hasta llegar a los ciento cincuenta kilómetros por hora en menos de cien metros.
-Qué pasa, qué pasa?- gritaba Victoria enloquecida.
-Lo que dijo él es cierto, Fernando y Lucero estaban solos en casa, cualquier cosa les puede estar pasando.- Elbéstides se puso a gritar desenfrenado millones de indistintas puteadas. Llegaron al pie de la colina, Anselmo miró hacia Elbéstides que miraba preocupado hacia la cima de la misma.
-Sabés manejar armas?
-Me crié en la parte norte de la ciudad.- No hizo falta decir nada más, Anselmo le pasó a Elbéstides una nueve milímetros la cual estaba cargada con todas las balas.
-Espero que seas tan buen tirador como luchador.
-Mis manos hacen milagros.
-Eso espero, tal vez sea lo que necesitamos.- Victoria parecía haber caído en un shock.- Despertalo a Colifa y ay mi dios!- exclamó recordando. Abrió el maletín y Nosferatu salió del mismo tosiendo y con cara rara, al verse en libertad empezó a correr por dentro del auto saltando, chocándose contra los cristales.
-Qué le pasa?
-Creo que le hizo mal el polvillo de su dueño.
-Ya se va a reponer, siempre se pone así cuando toma, por eso toma de vez en cuando.- se escuchó la voz de Colifa que quebrajosa y tenue demostraba que el susodicho volvía en sí. Nosferatu saltó a los brazos de su dueño y éste lo acarició con cariño.
-Ya está, ya pasó, no hay de qué preocuparse, todo va a mejorar vas a ver- le dijo suave y tranquilo.
-Colifa, cuidá de Victoria y de Nosferatu, nosotros vamos arriba y si no volvemos en diez, tomá esta arma y andá a casa y buscalos a Fernando y a Lucero y llevátelos lejos, corren peligro acá, entendiste?
-Si, si... vayan, yo apenas me sienta un poco mejor subo a la colina y me pongo a atropellar con el auto a todos esos hijos de puta que no saben vivir en paz!
-Las emociones para después ahora no tenemos tiempo.- dijo la bestia posando su manaza sobre el hombro de Colifa. Nosferatu apretaba su mandíbula inferior contra la superior como limándose los pocos dientes que le quedaban mientras moqueaba. Abrieron las puertas del auto y salieron del mismo agazapados, subieron por el costado de la acera de a poco y en silencio. Una tensa paz dominaba la colina, era extraño encontrar paz entre tantos disturbios por todos lados. Desde allí se conseguía la vista más hermosa de la Ciudad Capital de la República que ahora se incendiaba en distintos lugares, las llamas parecían adornarla como las luces a un árbol de navidad. Dos autos y una combi esperaban estacionados aparentemente vacíos veinte metros más allá de la casa de Anselmo que coronaba un costado de la cima de la colina. Una explosión de la ostia reventó el silencio de la colina, una explosión allí, abajo en la ciudad, una explosión fuerte con un espectro de más de cien metros de altura, como quien dice... una explosión de la puta madre. Anselmo y Elbéstides giraron sobre sus cinturas aturdidos por el ruido causado por tremenda explosión. Muchos hombres aparecieron de la nada armados con armas automáticas, carabinas, itakas y rifles de alto poder. La luz de la explosión los iluminó. De adentro de la casa de Anselmo, del piso superior, una lluvia de balas cayó ruidosa sobre los hombres que azarosamente caían heridos o se tiraban cubriéndose de la balacera. Anselmo y Elbéstides aún aturdidos vieron a los hombres volver corriendo y parapetarse tras los autos estacionados y desde allí iniciar un tiroteo contra la casa. Anselmo se puso de pie y Elbéstides lo siguió en una corta corrida amenazados por las balas que llovían corriendo en zig zag, llegaron hasta los hombres parapetados y así cómo llegaron, con rápidos movimientos y certera puntería, mataron a sangre caliente a cada uno de los atacantes. Al concluir la masacre Anselmo y Elbéstides tiraron las armas y levantaron los brazos, la puerta de la casa se abrió y de allí adentro Lucero bella y bonita con un rifle en la mano salía corriendo al encuentro de su picho que sonriendo la esperaba. Colifa ya subía en el auto hasta la cima misma de la colina. Un par de disparos se estrellaron contra el parabrisas, trizándolo. El auto se desvió y chocó fuertemente contra un buzón de correo privado.
-Colifa- gritó Anselmo preso en los brazos de su amada mujer.
-Qué?- gritó Colifa bajándose del auto tambaleando.
-Sos eterno hijo de mil putas sidosas!
-Con el debido cariño y el más cálido de los respetos no?
-Por supuesto- sonrió Anselmo abrazándolo con ganas.
-Perdón!- le dijo Fernando que llegaba corriendo con un rifle en la mano.
-No importa yo también hubiese disparado.
-Cómo esta Victoria?
-Sigue en shock pero Nosferatu la está cuidando.
-Traigánlos- Elbéstides fue hasta el auto y los sacó a ambos, a Victoria se la echó sobre el hombro y Nosferatu quedó colgando de uno de los cabellos de dicha mujer, tomó el maletín y se adentró en la casa tras los otros que entraban abrazados dos y consternados el resto.
-Prendé la televisión.
-Linda hora para ver la tele!
-Quiero saber si Gésus llegó bien, hace zapping por todos los canales que sean de esta ciudad, Gésus tiene que estar hablando.
-Dejá acá- la televisión decía.
-... tras el caos sufrido, todo se acalló después de la tremenda explosión que destrozó el banco de la República, pareció haber sido un ataque comando aprovechando las circunstancias que aquejaban a nuestra ciudad capital, estamos al borde de una guerra civil?
-Espero que no, que la gente recapacite antes que sea demasiado tarde, esto así no va a ningún lado y lamentaría creer que la O.M.N. tenía razón con el comunicado que había mandado, allá afuera es la jungla y nosotros somos seres humanos y hace rato ya, que hemos salido de la misma, por favor, no teman ni entren en pánico, piensen bien antes de hacer las cosas y si creen que donde están no es seguro para salir a las calles no lo hagan. Tengo la esperanza que esto se va solucionar rápidamente...
XXXVI
-Esto es inadmisible...- interrumpió Talmarital entrando en el set.
-Ni que lo diga!- exclamó Gésus.
-Cómo puede ser que no quede agua mineral en un estudio tan importante como lo es éste?- el periodista y Gésus lo miraron sorprendidos.- Bueno, sí... lo que está pasando allí afuera es también una locura, cómo se les ocurre?- preguntó Talmarital mirando hacia la cámara con tono de reto paternal- qué se piensan que estamos en una cancha? Si van a seguir así por qué no se matan todos de una vez echándose a una fosa y listo! Talmarital mucho gusto!- el ex-presidente extendió su mano hacia Gésus. Gésus sorprendido le entregó la mano derecha y la apretó con fuerza. Talmarital le sonrió gentil.- Este es un buen hombre, qué quieren de él? Déjenlo vivir en paz, una vez que votan a alguien que los va a dejar hacer lo que quieran lo botan después de esta forma, malagradecidos! sus padres deben de estar revolcándose en la tumba. Los que estén muertos... queda claro eso no? y los que no, deberían morirse de vergüenza! Quién les dio éste tipo de educación, eh? Quién se las dio?- gritaba furioso tomando la lente de la cámara como si ésta fuera la solapa del pueblo.- Qué es esa porquería del movimiento neo nazi, el ku klux klan, los hare krishna y todos esos grupos pasados de moda? Qué es eso de estar negros blancos y amarillos descuartizándose en las calles por estúpidos ideales que nos están llevando a matarnos entre nosotros? Imbéciles!- Talmarital se tomó el brazo derecho y más luego el pecho y de pronto cayó rendido al suelo gimiendo- Pelotudos energúmenos, eso es lo que son!- Gésus le saltó encima y comenzó a masajearle el pecho. El periodista en su silla no se podía mover ya que se había hecho pis encima y aún anonadado no podía reaccionar. Dos médicos con camilla entraron, Gésus se puso de pie.
-Ey dónde va señor presidente?- gritó el periodista cuando vio que Gésus seguía a los médicos y a la camilla.
-El habló por mí, ya ha dicho todo!
-Prefiere a uno antes que a todo el resto!
-Por lo que a mí respecta este hombre ha demostrado esta noche valer más que todo el resto de nuestro pueblo, matándose unos a otros, me da vergüenza ajena el haber nacido en esta República.- El periodista quedó solo frente a las cámaras, silencioso, sin saber qué decir. Los dos médicos subieron la camilla a una ambulancia y mientras uno de ellos se subía en la parte de atrás, uno iba hacia adelante para conducirla. Una vez que la misma se alejó del estudio, Talmarital se sentó en la camilla.
-Cómo lo hice?- el médico le dio el ok con un sólo gesto acompañado de una sonrisa cómplice. Gésus le zarandeó una puteada y se entró a reír como sólo los locos saben hacerlo.
-Explicame por favor...
-A mí no me quedaba otra que volar, pero vos estás en problemas...- le dijo. Gésus miró al médico que allí atrás los acompañaba.- No te preocupes, es mi secretario y el que maneja es uno de mis hombres de confianza, claro que tenía un par más pero los mataron... es difícil tener gente de confianza. Tenés un cigarrillo?
-No- respondió confundido. El secretario sacó uno de su bolsillo se lo encendió y así encendido se lo dio. Talmarital se lo puso en la boca tragó un poco de humo y lo paladeó con harto placer.- No hay nada como un cigarrillo después de morir ante millones de personas!- dijo irónico. Gésus rió simpáticamente.- No entendés nada no? Te voy a contar qué es lo que yo sé, pero antes dónde te dejo?...- la sirena comenzó a sonar, la ambulancia dobló en una esquina y se dirigió hacia el norte de la ciudad. Se detuvo la sirena y la ambulancia en una fábrica o algo así por el estilo, por el costado de la misma un riacho contaminado pasaba. Bajaron todos de la ambulancia y se montaron en un auto oscuro, el conductor de la ambulancia se deshizo de ella dejándola hundirse en el riacho mientras se subía al carro y en la oscuridad todos juntos se perdían.
-Ustedes ya se conocen.- preguntó retóricamente Talmarital a Gésus y al conductor del auto oscuro.
-Mierda me estuviste siguiendo!
-Ahora mientras te llevamos a la casa de tu amigo te voy a contar un cuento.- El auto se dirigió a la colina, a treinta metros de la misma el auto se detuvo, Gésus bajó del auto en una sola pieza.
-Qué vas a hacer ahora?
-Al aeropuerto y a algún país escondido durante un tiempo hasta que la tormenta pase.
-Gracias!
-Tu idea es buena si la podés terminar mejor para todos...- hizo una seña con la mano mientras el cristal que estaba de su lado se subía a tempo el auto se iba para no volver. Gésus metió las manos en los bolsillos y pateó un par de piedras caminando silencioso hacia la casa de Anselmo, antes de llegar se detuvo un segundo y se sorprendió al ver que no había caído en cuenta, cuando llegaba, en la cantidad de hombres que por balazos se desangraban allí a unos veinte metros de la casa de su amigo. Llegó hasta la puerta misma y escuchó que nada fuera de lo común pasaba allí adentro. Con dos golpes dio a saber que alguien allí afuera esperaba por entrar. Elbéstides abrió la puerta con cara de Elbéstides y vieran que lindo que sonrió al darse cuenta que el que golpeaba no era otro que Gésus Acrata Kalón.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario